lunes, octubre 31, 2005

El gurú de Internet

Con su blog Instapundit.com, Glenn Reynolds se convirtió en una estrella de la cultura electrónica: 100.000 personas visitan el sitio diariamente y sus opiniones son tenidas en cuenta por los diarios más prestigiosos de Estados Unidos.

A mediados del año 2001, Glenn Reynolds, profesor de leyes de la Universidad Tennessee, decidió utilizar la web para tener un contacto más fluido con sus alumnos de un "cursillo" de legislación informática. Su intención era establecer un canal de comunicación con los aproximadamente cien alumnos del curso a través de un blog: una herramienta de publicación simple y rápida en internet que mezcla rasgos de página web, e-mail y messenger.

Pero tan sólo un año y medio después la historia comenzaría a cambiar y la invasión estadounidense a Irak -que comenzó el 20 de marzo de 2003- sería el detonante. De un día para otro, el número de visitas en su blog comenzó a aumentar vertiginosamente. Atraídos por sus comentarios sobre la guerra y las sugerencias de notas de prensa a través de links, un buen día fueron 220.000 personas quienes digitaron http://instapundit.com. A esas alturas, a mediados de 2003, Reynolds era ya más que un simple profesor de leyes y comenzaba a convertirse en toda una celebridad. sigue >>

domingo, octubre 23, 2005

El peligro de un primer plano

Dos minutos escasos fueron lo que duraron los 2.000 dólares de crédito de esta tarjeta, repartidas entre las víctimas del huracán Katrina, después de la publicación de la fotografía de la agencia AFP en Yahoo News. Hubo centenares de compras en ebay y hasta el intento de compra de un Ferrari. La foto en cuestión es esta:



Que, con menos de 30 segundos en un editor de imágenes podría haberse mostrado de esta forma, borrándole todos los detalles:



RicPlan también busco el link a Snopes (un site que se especializa en buscar la realidad de algunas leyendas urbanas) donde se ve la declaración de una vocera de Mastercard reconociendo el fraude cometido.

Dejando de lado las culpas (reales o no) de la publicación de la foto de esta tarjeta en Internet, es bastante increíble que alguien vea la foto, de una tarjeta de crédito que entregaba la cruz roja a los afectados por el huracán Katrina para que puedan usar el dinero en lo que necesiten, y el primer reflejo de muchos haya sido estafarlos.



domingo, octubre 16, 2005

Entrevista al Dr. Fernando Polack

José Ioskyn: Para comenzar, podrías contarnos sobre su traslado a Estados Unidos, tus motivaciones, tu expectativa con ese viaje?

Dr. Fernando Polack: Mi mujer y yo fuimos a Estados Unidos en 1993, porque surgió la oportunidad de hacer una formación pediátrica en Michigan. Yo había estudiado medicina en Argentina y tenia muchas
dudas con hacer una carrera en infectología pediátrica en Buenos Aires, porque percibía que el foco total de la formación profesional en Argentina estaba en lo asistencial. Y un infectológo pediatra debe tener un panorama más amplio en términos de biología, ciencias básicas y epidemiología, que yo no veía como obtener en Buenos Aires.
La formación científica y médica, a nivel "orgánico", es sin duda extraordinaria en los centros grandes de EEUU, y es esa posibilidad de participar -a veces solo leyendo los reportes diarios, a veces como consultor, o como agente directo- de procesos que suceden en otras partes del mundo -como la fiebre de los pollos en Hong Kong, el SARS, la eliminación del sarampión en partes de África, o hallazgos nuevos en áreas de ciencias básicas- lo que a uno lo deslumbra en las universidades como John Hopkins. Así que desde ese punto de vista, todas mis expectativas fueron cumplidas. EEUU es muy generoso e
inteligente en proveer a extranjeros educados de oportunidades enormes de desarrollo profesional, y debo decir que no recuerdo ni una sola instancia en que ser extranjero ha jugado en contra mío en estos temas. Para los expatriados que viven su traslado como un "ascenso" casi étnico, acomodarse en el sistema es un deseo desesperado y, en general, resulta más fácil. Por ejemplo, a mi me sorprendía cómo mucha gente de los países de Europa del Este cambiaban sus apellidos por apellidos anglos, ponían la bandera americana en el jardín de su casa apenas podían, y adoptaban las costumbres más americanas con una devoción insólita. A veces es imposible conseguir que algunos centroamericanos de origen humilde te hablen en español. Hay otros grupos que tienen un nexo cultural/social muy fuerte con sus países de origen y no pueden ignorar ese vínculo fácilmente. Entre estos estamos los argentinos.


J.I.: En tu nota al diario La Nación haces alusión a tu situación en tanto padre en esa sociedad que describes. Podrías contarnos tu experiencia como padre allí, y tu impresión acerca de la intervención del estado a través de la escuela, el hospital, etc, sobre los niños?


F.P.: Sin duda la experiencia más difícil para los argentinos que yo conozco y he conocido en doce años en EEUU es ejercer de padre. La diferencia de valores y costumbres jaquean las convicciones más
sólidas y, si algo es para mí un orgullo, es haber sostenido a mis hijos a través de años durísimos en Maryland. Y te digo esto porque lo mas fácil es ceder, ser "convertido", y ver los resultados inmediatos de esa maniobra en la aceptación social y/o escolar.
Pasar de ser un díscolo a ser un bobo bueno. Yo tengo muchos amigos argentinos cuyos hijos -chicos piolas y simpáticos, chicos al fin- se pasaron años en escuelas de educación especial por no portarse "tan bien" como se debe en las escuelas americanas. Y los he visto agradecer la decisión, porque por fin dejaban de suspender al hijo en el jardín de infantes, de llamarlos constantemente al trabajo para que vayan inmediatamente a buscarlo porque estaba llorando y la maestra tiene que ocuparse de enseñar, de llamarlos a la noche a sus casas para discutir la "inadaptación" de sus hijos al sistema, de discutir la conducta de sus hijos con gente que habla en otro idioma de vida y a la que jamás le podés llegar. Esta es una de las sensaciones mas angustiosas, porque cuando la maestra del colegio te mira y te sonríe, pero no te escucha en absoluto, y no tiene ni un centésimo de la profundidad necesaria para entender algo bastante básico como el miedo de un nene a la primera semana de escuela, te das cuenta que estas muy jodido y solo. Hay una sonrisa impersonal terrible, que es una estrategia engranada en la cultura americana, y que se usa de inmediato ante cualquier "personalización" de la charla.

En mi experiencia en EEUU, el chico debe transformarse en un adulto al entrar al jardín de infantes, y entra en una carrera para llegar a Harvard desde los tres años en los sectores mas cultos y progres,
para ser un "good citizen" en el resto del país. Las tardes que he pasado buscando libros educativos para mis hijos en las librerías de suburbio., buscando milestones de desarrollo psicomotor oscurísimos
en libros "especializados" que atiborran las librerías, para ver si mi hijo mayor estaba "on track" -a pesar de que toda nuestra familia lo consideraba "un genio"- y parado entre docenas de padres socialmente presionados a angustias similares. Conozco personalmente gente que ha contratado "asesores" para que su chico de tres años esté a los dieciocho en las mejores condiciones de competir por una plaza en Harvard, Hopkins o Yale. Tengo amigos que tomaron una institutriz china para sus hijas de seis, cuatro y dos años –además de mandarlas por la tarde a un programa de inmersión en lenguaje chino- para prepararlas para comerciar con China en el futuro; y otros que a su hija de tres años le retiraron la batería de juguete para que practique con un violín, ya que este es un instrumento mejor visto en las entrevistas de ingreso a la universidad. Todas estas cosas no son ninguna broma cuando uno vive allí. El chico es un
receptáculo vacío que hay que llenar de información. Y ese es tu deber como padre o madre. No importa si son los nombres de 50 dinosaurios, los volcanes del mundo, o las constelaciones estelares.
Hay que llenar a ese chico de datos porque ese es nuestro deber para garantizar su éxito futuro. Así que una hora perdida en juego es una hora menos de información. Hasta una canción en la tele siempre debe
tener "datos". Y hay que bancarse tener una visión crítica sobre ese modo de vida, cuando todos alrededor tuyo lo ejercen sin parar y te miran como un abusador de menores por haber pasado la tarde mirando fútbol en la tele con tu pibe.

Igualmente, el meollo de la historia está en otro tema. Esta carrera al éxito durante los primeros años no se basa en el rendimiento escolar sino en la observación de las reglas más estrictas de comportamiento. La disciplina es todo en la educación temprana americana. Los ingresos a la primaria se realizan con aplicación previa, entrevistas donde el chico se luce nombrando las lunas de Júpiter o los volcanes de Asia y cartas de recomendación a sobre cerrado escritas por las maestras del jardín. Luego la escuela
publica un ranking -por los que esta gente muere- de niños de seis años. El que gana es un winner, y el que pierde un loser. Pero ante todo, un loser sabe que las cosas son así, porque "este es el sistema que nos hizo el mejor país del mundo". Así que con esto no se bromea, porque si te caes del tren un par de veces posiblemente te caíste para siempre. A veces me entristecía mucho mirar la angustia con que las madres trataban de "moldear" a sus chicos para machacar esa expectativa. Igualmente, no hay nada más difícil que el absolutismo moral que rige la educación americana en los años iniciales, y esto es particularmente difícil para gente como nosotros, los argentinos, que venimos de una concepción muy cínica de la moral concebida en esos términos.

Una cosa más. No quería ignorar esa pregunta sobre el rol del estado. Yo creo que esta concepción de vida que relato corta verticalmente a la sociedad americana, y no veo que el estado hoy necesite
activamente ejercer ningún tipo de influencia para su cumplimiento. Aun más, no creo que haya empeorado ni mejorado con distintas administraciones porque es constitutivo a la dinámica social allí, y
lo llevan puesto desde el progresista de la costa este hasta el conservador del sur profundo. Es casi como imaginar que el doble sentido, la irreverencia o la ironía en nosotros va a cambiar por el
efecto de uno u otro gobierno democrático.

J.I.: En tanto pediatra que trabaja en EEUU, que tipo de síntomas resultan más frecuentes en la interfase entre pediatría y psiquiatría infantil. Cuáles son los trastornos que merecen la derivación al especialista?

F.P.: Nosotros tenemos la suerte de recibir consultas de muchas áreas del país porque Johns Hopkins es enormemente prestigiosa y existe siempre la expectativa de que llegaremos a un diagnóstico que eludió
a los médicos en otro lado. Eso genera un sesgo muy grande de los pacientes que asisten a nuestra clínica, ya que son los que "superaron" las instancias anteriores. Con esta introducción, uno imaginaría que no hay nada más interesante que practicar allí, pero esto es verdad solo en parte. Yo estimaría que el cincuenta por ciento de los pacientes pediátricos que yo veo en la clínica de infectología tienen como diagnostico generador de los síntomas que los traen a la consulta una depresión.


J.I.: Entonces, cuál es específicamente la orientación o la respuesta social en EEUU en cuanto al síntoma de un niño?


F.P: Todo problema psíquico es un estigma de tal magnitud en EEUU que los padres prefieren cualquier etiología orgánica infecciosa u oncológica con tal de no irse de la consulta con un diagnóstico de depresión. Esto me ha traído varios problemas, y he sido increpado muchas veces a los gritos por negarme a confirmar cánceres, encefalitis virales -que destruyen el cerebro-, enfermedad de Lyme -
una enfermedad bacteriana muy bien delineada, pero también una gran bolsa diagnóstica para gente con cualquier neurosis en EEUU-, y otros deseos desesperados de la familia para esquivar lo más temido. Esto se complica aun más ya que la mayoría de los médicos comparte las aprehensiones de los pacientes, por lo que el que parece loco generalmente es uno.

Quizás un ejemplo revelador es el de la clínica de SIDA pediátrico, que con más de doscientos pacientes pediátricos activos en la década del noventa, y todavía entonces con una considerable morbimortalidad, tenían una terapia de dos horas dos veces por mes. Imaginate que estos chicos son casi todos huérfanos de madre -o la pierden durante sus años de concurrencia a la clínica-, no tienen padre -o lo tienen
en la cárcel- y viven con un estigma equivalente a la lepra en siglos anteriores -al punto que no pueden decirle a nadie en el barrio su diagnostico. Sin embargo, el clásico problema era convencer al
departamento de psiquiatría de siquiera ver a los chicos. Lo típico era que llegaran, y frente al chico angustiado y agresivo lo diagnosticaran como "psicosis por SIDA" y al deprimido moribundo como "demencia por SIDA", recetaran un par de medicaciones y hasta más ver. Estos diagnósticos irreversibles descartaban el beneficio de toda intervención terapéutica y, como frecuentemente las intervenciones necesarias hubieran sido monumentales -dadas las condiciones familiares, sociales y financieras de estos chicos-, empezar a discutir desde si valía la pena siquiera ir a verlos hacía la tarea imposible. Sin ignorar que muy poca gente en salud allí –y menos a nivel poblacional- considera que haya algún beneficio en la terapia y la gran mayoría esta convencida que todo se maneja desde la voluntad.

Como la llegada al psicoanálisis es extremadamente rara y difícil en EEUU, toda persona que tenga un interés en analizarse o llevar a su hijo a terapia tiene enormes chances de terminar en el consultorio
de una trabajadora social que aplica un abordaje conductista a todo problema. Siempre recuerdo cuando empecé a hacer pediatría en Michigan, y en la clínica ambulatoria vimos una chica que tenia una
parálisis histérica. Yo estaba fascinado y llame al supervisor muy entusiasmado. Casi me desmayo cuando el supervisor mando llamar al kinesiólogo. Le dije, entonces cual sería el plan si el síntoma se
trasladaba a otro lado. Textualmente le dije: "y si mañana amanece ciega?" Y el hombre me miro sonriente y me dijo: "pues irá al oculista".


J.I.: En relación a lo anterior, que espera esa cultura de un niño en cuanto a su comportamiento y desenvolvimiento? Para que se supone que se prepara a una persona?


F.P.: Del chico se espera disciplina en la sociedad y éxito profesional y económico en lo familiar. Pero uno de los principales problemas de EEUU es la inmensa y desoladora soledad en la que vive todo el mundo. Yo he estado vinculado con cuatro personas que terminaron suicidándose o intentándolo, cuando jamás había visto una en veinticinco años en Argentina. El problema -refiriéndome a la carta de La Nación- no es sólo que la abuela venga a la reunión desde la otra punta del país por única vez en el año en la noche de Navidad, sino que a la abuela tampoco le importa.

Yo tengo un compañero de trabajo muy bueno que contrajo paludismo en uno de nuestros viajes al África. Llegó al hospital casi moribundo y para la primera noche las cosas se veían aun peores. Solo tres
personas -incluyéndome a mí y a un guatemalteco- fuimos a acompañar a la esposa a la terapia intensiva. Nuestra jefa de entonces, que lo había mandado personalmente a Zambia, estaba muy ocupada en su oficina y no pudo cruzar al otro edificio donde estaba la terapia - eso que es monstruoso para nosotros es normal allí. Entonces a la noche yo me acerqué a la esposa -que también es infectologa y sabia muy bien la situación que estábamos viviendo- y le sugerí que llamara a los padres de mi compañero. Ella me miro fijo y me dijo: "Yo se muy bien lo que pasa, pero hoy es el día que sus padres comparten con la hermana mayor. Por lo tanto debo ser respetuosa de esto y de ninguna manera voy a entrometerme llamando para avisarles nada. Si pasa algo, ya vendrán mañana". Decime si te quedan ganas de enfermarte.

El norteamericano se realiza esencialmente a partir de sus logros laborales. Estos se reflejan luego en adquisiciones materiales, prestigio social y confort. Esto a mi no me parece mal aunque como todo es muy superficial, todos están muy, pero muy solos. Un amigo mío los llama "los reyes tristes". El americano medio educado cree absolutamente en la palabra hablada. Lo que intento decir es que si
una persona hierve de odio contra otra, pero consigue decirle "I love you", ambos creen que ese amor existe. Esto se liga a lo que llaman "transformational vocabulary". Este es un tema fascinante donde enseñan a los profesionales y ejecutivos a reemplazar ciertas palabras por otras "menos malas". Por ejemplo, uno nunca esta enojado sino perturbado. Enojado es malo. Uno nunca esta disgustado sino
confundido. Disgustado también es malo. Con una actitud positiva se arregla todo. Mi hermano es odontólogo en Washington DC, y nos revolcábamos de risa leyendo las instrucciones escritas que le daba
el "motivador profesional" del trabajo. El problema era que todos los otros dentistas del trabajo se lo creían, o hacían como si se lo creyeran. Por lo que en el trabajo no había lugar para reírse. En
estas sesiones confesionales entre odontólogos, algún director testimoniaba sus culpas y luego todos cantaban una canción que aun recuerdo de memoria. "Me levanto a la mañana con el sol en mi cara.
Mis necesidades son metafóricas y el mundo es un lugar feliz". El que no se rió tanto era mi hermano, cuando estaba inmerso en esa dinámica absurda y necesitaba el trabajo porque recién llegaba a la ciudad. Estos motivadores son los psicoanalistas de los ejecutivos exitosos de EEUU. Creo que no hace falta decir más.


J.I.: Una cuestión en relación a la incomodidad de escuchar al otro,que has mencionado en tu nota. Parecería por tus palabras existir un rechazo profundo del malestar del prójimo, malestar que sería
necesario eliminar o desterrar del contacto intersubjetivo. Los fármacos supuestamente ayudarían a eso, despersonalizando o tercerizando la relación al malestar y desalojándolo de las relaciones entre las personas?


F.P.: Fuera de las hordas de chicos en ritalina -supuestamente por el ADD, pero miles de veces por problemas familiares, maestras neuróticas, conflictos escolares, neurólogo medicador, o vaya uno a
saber por qué- yo no sé decir quién entre los adultos recibe fármacos o cuántos lo hacen. Pero esto que yo decía parte de una característica muy arraigada en EEUU. Personalmente creo que EEUU es
un país cien por ciento protestante. Los judíos son protestantes, los católicos también lo son. Hasta la segunda generación de orientales se vuelve protestante y quienes más sed tienen de aceptación lo hacen
antes que nadie, sin importar su origen. Y el protestantismo es muy, pero muy severo. No tiene el margen de las otras religiones y tiene una profunda raigambre moralista. En el protestantismo no se juega ni se jode, y por lo tanto en EEUU tampoco. He demorado diez años en aprenderlo.

En este sentido, toda expresión de subjetividad es muy incómoda. No se discute casi nunca política, no se discute de nada personal, no se pregunta nada familiar. Levantar la voz es antihigiénico. El contacto
físico es muy temido. De hecho, los chicos argentinos suelen recibir un diagnóstico conductista de "sensorios", o sea chicos que necesitan mucho estimulo táctil dado que abrazan a sus compañeros, a sus
padres y hasta a veces a las maestras. Pero no hay que temer. Eso se trata.
Hay que comprar un cepillo de pelo grueso y cepillar en sentido longitudinal las piernas. Así que quien quiera estar a la vanguardia de la ciencia psíquica, vaya por su cepillo. Igualmente, no es fácil resistir la presión escolar de "cepillar" a tus chicos, ya que de negarte a hacerlo con la estúpida excusa de que "nosotros en Argentina nos abrazamos mucho", te encontrás con el subtexto que dice: "y a mi que me importa? Acá tu hijo es un sensorio, y si no querés problemas con nosotros en la escuela comprate el cepillo, inadaptado".


J.I.: Por último, te podría preguntar si te has analizado aquí en Argentina? Si es así, cuál ha sido tu experiencia en tanto analizante o paciente? Te ha ayudado en un sentido concreto el análisis?


F.P.: Sin duda alguna el análisis actual en Argentina me ha ayudado mucho -yo viajo muchísimo ida y vuelta por motivos de trabajo- y en EEUU me mantuvo sano. Yo me analicé en Argentina varios años y lo
hice en EEUU con un psicoanalista argentino al que veía tras manejar sesenta kilómetros los viernes de tarde. Alguien en algún lado, que no esta agarrado de la misma balsa, te tiene que reasegurar que no
sos un chiflado y que tus decisiones, por raras que parezcan allí, tienen su lógica. Hay muchísimos chicos argentinos que se analizan desde EEUU por teléfono con terapeutas argentinos. Esto es bastante
común y a veces mucho más importante desde tan lejos. No te imaginas la cantidad de mails de desconocidos argentinos que viven en EEUU que he recibido en estos días contandome brevemente experiencias por el estilo. Yo simplemente estaba laburando y cuando leí esa historia en el diario no pude concentrarme más. Pensaba algo así como que si bien yo había tenido que jugar con esas reglas en su casa, no podía consentir en que alegremente pensaran en imponerlas en la mía. Así que mande una carta de cuatro páginas que termino condensada en esas líneas. La ironía, que despertó tanto interés en Argentina, me hubiera generado una condena "moral" en un diario en Baltimore.

José Ioskyn

Septiembre de 2005

Sólo los dictadores le temen al psicoanálisis

Isidoro Vegh defiende las teorías de Freud

“Nosotros ayudamos al sujeto a que encuentre el camino que lo hace más feliz”, dice Isidoro Vegh, psicoanalista, autor de numerosos libros sobre el psicoanálisis y miembro fundador de la Escuela Freudiana de Buenos Aires.

Con voz pausada y eligiendo cuidadosamente las palabras, Vegh hace afirmaciones que nadie le atribuiría a un psicólogo freudiano, como que el hombre no está gobernado por el instinto, que el analista y el paciente se topan en algún momento del análisis con “lo indecible”, que el hombre es responsable de sus actos y que el drama del mundo moderno es la pérdida de valores. sigue>>

miércoles, octubre 12, 2005



P
reámbulo a las instrucciones para dar cuerda a un reloj
Julio Cortázar

Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan —no lo saben, lo terrible es que no lo saben—, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.

Joaquín Sabina - "Alivio de luto"


CON 56 AÑOS Y EN UNA FASE OPTIMISTA, PRESENTA SU PRIMERA OBRA DESDE SU INFARTO CEREBRAL DE 2001 Y LA PROFUNDA DEPRESIÓN QUE SUFRIÓ. EN ESTE REPORTAJE LO EXPLICA TEMA POR TEMA, ADELANTA SU CANCIÓN DE AMOR A UNA DE SUS HIJAS, A LA QUE LLAMA CARIÑOSAMENTE “UNA HIJA DE PUTA”, Y HASTA CUENTA CÓMO FUE ESO DE HACERSE AMIGO DEL PRÍNCIPE DE ASTURIAS “Y SEGUIR REPUBLICANO”.

– ¿De dónde nacen las canciones?
–A veces nacen de las noticias. Me gustaría contar “Pájaros de Portugal” porque tiene una anécdota muy concreta. Hace ocho o diez años se escaparon de sus casas de Tarragona dos chavales de 14 o 15 años. El país estuvo aterrorizado esos días porque se creía que los habían matado, que los habían violado, cualquier cosa. Y nada de eso había sucedido: querían ver el mar, y cuando vieron que era peor que en la tele llamaron a sus padres acojonados. Volvieron, vírgenes, supongo, acojonados... Sí, a veces las canciones nacen de las noticias, pero hay que rumiarlas. Eso pasó hace ocho años, y cuando leí la noticia pensé: aquí hay una canción. Pero la canción misma viene ocho años después, cuando ya se ha medio olvidado...
– ¿Y usted lee la prensa con esos ojos, por si le trae canciones?
–Yo leo la prensa porque me interesa y porque soy periodicoadicto. Pero, sí, muchas veces vienen ahí las canciones, sobre todo en las páginas de sucesos, que es donde vienen las mejores historias. Porque igual que en poesía hay que cogérsela con papel de fumar, en las canciones hay que cogérsela: con un punto de cursilería, un punto de horterez y todo lo que se pueda de demagogia...
– ¿Y eso es porque hay que llegar al número más grande posible de personas?
–Porque es un género para cantar y para enamorarse y para llorar. No es un género para paladear exquisitamente con la cabeza, porque va por las venas, por el corazón..., tiene que ver con todos los momentos repugnantemente sentimentales de uno. Para eso son las canciones.
– ¿Usted se imagina la canción cantada al mismo tiempo que escrita?
–Yo antes no sabía de eso, pero ahora sí. En estos dos años que he estado retirado de los escenarios he estado escribiendo sonetos, e incluso escribiendo versos en revistas de actualidad, y me he dado cuenta de que las canciones no son sonetos, y no son poemas; si no nacen con la música puesta, no nacen. Ahora tengo claro, desde el primer verso, qué cosa es una canción y qué cosa no será jamás una canción.
– ¿Y “Pie de guerra”?
–Nace de una canción de Leonard Cohen que dura un minuto. La mía dura más de cuatro. Me parecía que él no había desarrollado lo suficiente esa cosa espantosa que está pasando ahora mismo y que se ve todos los días en la prensa, ese guerracivilismo que se vive aquí, en Londres, en Pakistán, un horror que aquí yo mezclo de un modo caótico. No sólo están en guerra los países o las civilizaciones, sino el cuerpo y el alma, el hombre contra sí mismo, el hombre contra la mujer, y viceversa, el pelo, las uñas. Una guerra total...
– ¿Estamos en un momento de desintegración?
–Yo creo que los del pensamiento único, primero, eran unos hijos de puta y, luego, no tenían previsto nada. Y nos han llevado a este horror, que se parece un pelín al Apocalipsis. Uno lee en el periódico que si todos los chinos tuvieran papel higiénico no habría árboles en el mundo. ¿Y cómo es que no hemos previsto esto?
–¿Y esta canción en concreto, cómo nació?
–Decía Cohen: “Hay una guerra entre negro y blanco / entre hombre y mujer”. Y eso ya te dispara para decir todo lo que quieras decir... El es mucho más contenido que yo.
–¿Le pasa que usted quiere prolongar lo que escriben o cantan otros?
–Sí, me pasa mucho, pero la mayoría de las veces te das cuenta inmediatamente de que estaban mejor como estaban antes. En este disco, por ejemplo, hay una canción que se llama “Mater España” y que parte de una conversación que teníamos en casa con Víctor Manuel acerca de un cantante italiano, De Gregorio. “Fíjate –decía Víctor–, este cabrón canta unacanción que se llama ‘Viva Italia’ y no pasa nada... ¡Si aquí hiciéramos una que diga ‘Viva España’, ¡la que se armaría!”. Y entonces me empeñé y le dije: ¡cómo que no! Así que hice “Mater España”. Pero, claro, cada vez que le echo un piropo luego me siento obligado a insultarla.
–Pero es un canto de amor a España, en toda su extensión...
–A una España republicana, ilustrada... Y hay unos versos que relacionan a España con “fibra óptica y ladillas”; ahí andamos, más en las ladillas que en la fibra...
–“Madrastra España / a la hora de la siesta, / la puta que se enamora, / la fruta que se indigesta...”.
–Pero ahí puta no es peyorativo. Recuerdo una cosa que me decía mi maestro Georges Brassens: que cada vez que cantaba mierda asomaba una flor por detrás. En el disco hay una canción a mi hija Rocío: le digo hija de puta. No creas que es tan fácil, pero ahí está, una canción de amor... Soy tan mayor que las dos únicas canciones de amor que he hecho en los últimos años son a mis hijas, una es “Ay Carmela”, y otra es ésta, “Ay Rocío”.
–Tan mayor, 56 años... ¿Cuando usted compone qué edad tiene?
–Cien años o ninguno. Es decir, uno se sitúa en un terreno imposible, y la canción es un género indefinido que alguien que no fui yo quiso explicar algo que me parece clave, clarísimo: una canción es una buena letra, una buena música, una buena interpretación, y algo más que nadie sabe lo que es y que es lo único que importa...
–En sus canciones parece que se dedica a narrar la vida de otros, más que la propia. Pero “Resumiendo” es en primera persona, habla de giras y conciertos, imagina sus sensaciones al subirse ahí, frente a la gente...
–Un poeta puede ser hermético, o puede ser Valente o Mallarmé. Pero un cantante no. Un cantante tiene que cantar su vida y cantar la de los demás; si no, no hay manera de llorar, de follar con las canciones. Es una canción de amistad dedicada a personas de las cuales sólo dos están expresas. Pensé en José María Cámara, que aunque es mi señorito es mi amigo; en Fernando García Tola, en Panchito Varona, en Javier Krahe. Recuerdo la bajada a la cueva de La Mandrágora [un local nocturno de los años ochenta]... La escribí pensando en ese tipo de fraternidad no perdida pero sí añorada. Yo estoy a favor de la memoria pero contra la nostalgia. Pero he de decir que el género de la canción de la nostalgia es muy bienvenido..., lo que pudo ser y no fue.
–¿Cómo ve ahora aquel tiempo y aquella gente que cita?
–Javier Krahe está exactamente igual. Como ya era un viejecito hace veinte años, pues sigue siendo un viejecito estupendo. Fernando García Tola está muerto, murió de un cáncer tremebundo. A Tola lo echo mucho de menos cada vez que pongo la televisión, porque el tipo, en unos años infinitamente más difíciles, y sin medios, inventaba un esquema nuevo y un programa nuevo cada día. Disparatadamente o excesivamente, yo creo que harían falta unos cuantos Tola, aunque ahora me alegro mucho de Buenafuente. Blasfemé tanto en nuestra conversación anterior de “Crónicas Marcianas” y de esas cosas, que la gente pensó que yo pedía un programa de intelectuales. Y no, para nada. Lo de Buenafuente es un humor inteligente y es espectáculo.
–En esa canción hemos subrayado dos expresiones suyas, “calumnia española” y “crecimos con más dudas”...
–Ah, la calumnia. En cuanto a lo de crecer, con 20 años uno puede ser entusiasta, fanático y sectario. Pero si lo sigues siendo a los 56 es que eres un imbécil y no has aprendido nada...
– ¿Cómo va de dudas?
–Bien, gracias. Crezco todos los días. Me pongo en el lugar del contrario, hasta en el lugar del enemigo, que es método socrático que no está mal. No conduce a ningún sitio, sino a tener más dudas. Cada vez que digo algo en lo que creo que estoy cargado de razón, pienso en el argumento contrario. El sistema de los colegios británicos que obligan a los chicos a defender una cosa y la contraria me divierte mucho como método para dialogar con myself...
– ¿Qué desata más sus dudas?
–Hay varias cosas. Pero lo que más me inquieta es esa polémica entre la alianza de civilizaciones y leña al moro..., porque Oriana Fallaci tiene razón y Zapatero también. Es verdad que se han hecho tan mal las cosas que por algún lado tenían que salir. Pero, ¿cómo se arregla? No tengo ni puta idea...
– ¿Y esa expresión, “calumnia española”, que parece una redundancia?
–Se decía que la envidia era el pecado nacional. Pero luego viajas por el mundo, y ves que todas las naciones se apropian de ese pecado, que sucesivamente es el de Argentina, México, Chile... Lo que aquí hay de modo exacerbado es la facilidad de llegar a la calumnia directamente sin necesidad de aportar pruebas y sin que nadie te denuncie.
–En “Dicen que dicen” usted se ríe de sí mismo y de lo que dicen de usted. Cuando a uno le toca la calumnia, ¿cómo se le queda el ánimo?
–Pues si te compras La Fiera Literaria de este mes [de julio], hay una columna donde me dicen de todo porque he cenado con los príncipes, porque he hecho un pregón en el balcón de la Casa de la Villa, al lado de Gallardón. Pues me quedo estupefacto... Con quién ceno, y además en esta casa, no en ningún palacio, es cosa mía, y los que me reprochan que hable desde el balcón del ayuntamiento ignoran el abc de la ciudadanía, porque la Casa de la Villa es nuestra y no de Gallardón, aunque también sea del alcalde, faltaría más.
– ¿Cómo surgió su relación con los Príncipes?
–Pues, según creo, Letizia quería conocerme y me invitaron unos amigos suyos, a los que yo llamo los desastrones, que son Simoneta Gómez Acebo y José Miguel Castrón, que es un gran músico. Me invitaron tres o cuatro veces, y entonces llamó Simoneta y me dijo que si no iba me mandaría la Guardia Civil, y ante esos argumentos me rendí. Pero puse como condición que vinieran a mi casa, a este piso de Tirso de Molina. Traje a Serrat, a Víctor Manuel y a Ana Belén. Nos pusimos a hacer música, el príncipe tocó el cajón y yo sigo siendo republicano.
–Usted es muy atrevido en el léxico. “E-mail parricida, mentiras ripiosas...”. Usted incorpora mucho de lo que oye. No hay mucha gente que se atreva a tanto con el lenguaje cantado.
–Como yo no tenía una gran voz ni era un excelente guitarrista, a los veinte años decidí que lo que podía aportar a la canción eran cientos de palabras, como los académicos que acaban de llegar a la Academia y quieren llevar hasta allí sus vocablos. Un día, en un hospital, oí una canción de Juan Luis Guerra, y dije: qué cabrón, cómo puede decir catéter y bilirrubina en una canción...
–En “Paisanaje” introduce una palabra, “albanokosovar”.
–Me venía al pelo lo de albanokosovar para hablar de lo de Lydia Lozano. La cosa de la telebasura. Lo peor de todo esto es que unos indocumentados se erigen en tribunal de honor y de moral, y llevan a alguien y lo insultan... Me parece mentira que esto esté siendo escuchado por un país que no se cabrea. Y hay ahí un chantaje que a mí sí que me cabrea: si dices algo en contra es que no tienes sentido del humor, que eres un puritano... En fin, éstas son las canciones que hago para ahorrarme el diván del psiquiatra. Como si me mirara al espejo para insultarme.
–¿Y qué le dice ahora el espejo?
–Me pillas en un día bueno. Hace año y medio, estaba en medio de una depresión. Pero hace cuatro meses me levanté una mañana y me apetecía salir a tomar una pizza, me apetecía escribir una canción, visitar a los amigos..., y ese estado de alegría me dura hasta hoy. Voy a hacer una gira, he hecho un disco. No me preguntes cuál es la razón. Me ha durado dos años. Me pasé semanas en que no salía ni al pasillo, venían amigos queridísimos a los que me negaba a ver, si tenía una entrevista vomitaba por las mañanas y sudaba frío, eso se cuenta en “Nube negra”. Estaba en un agujero sin sentido, pues cuando tuve el ictus me recuperé perfectamente, sin secuela física alguna. Sin embargo, a los tres o cuatro meses después entré en este agujero negro. Un neurólogo me dijo que esto era normal, pero yo no encuentro normal estar dos años en un agujero negro. Y ahora estoy con una euforia y un entusiasmo: me gusta beber, besar, andar, cantar... Y, al mismo tiempo, sigue el miedo en el cuerpo: ¿y si vuelve?
–¿De eso nació este disco?
–De esa actitud, sí, este disco es la crónica de todo eso. Dos años. Y ahora lo oigo y me parece que es de una desesperanza brutal. Pero es lo que había...
–“Nube negra” es la crónica de un tiempo maldito. Como la daga en la herida. “Cuando juego mi suerte al verso que no escribo,/ cuando sólo recibo noticias de la muerte.../ Al otro lado de los apagones,/ al otro lado de la luna en quiebra,/ allá donde se escriben las canciones/ con humo blanco de la nube negra... “.
–Te voy a contar algo. Yo voy los veranos a Rota, con los que yo llamo los poetas líricos: Felipe Benítez Reyes, Luis García Montero... Y mis amigos estaban preocupados conmigo porque no escribía. Y un día me vino Luis con esa letra, “Nube negra”... Yo le había hablado de la nube negra, y al día siguiente se presentó para animarme a que me pusiera a escribir. Y sacó un papel del bolsillo: “Mira, lo he escrito como si fuera tú”. Le había cambiado las palabras, pero estaba contando exactamente lo que me estaba pasando a mí en ese momento... Y a mí esa canción, ese gesto suyo, contándome de manera tan amistosa su solidaridad con mi estado de ánimo, me levantó mucho el ánimo, me hizo pensar en componer de nuevo. Me vino muy bien el empujón de Luisito... Claro que tenía que cantársela esa misma noche. Cogí la guitarra y salió así. Como todas las buenas letras, llevaba la música puesta.
–¿Hay algo que ya no va a volver a hacer en los escenarios?
–No daré saltos, no me disfrazaré de más joven. Huiré de la demagogia escénica, es decir, del mesianismo, “¡venga esas palmas!”.
–Resumiendo, ¿de estas canciones qué autorretrato sale?
–Las canciones están cojas mientras no las oye el otro. El retrato lo hará quien las oiga. Yo creo que son una crónica más o menos decente de lo que ha pasado mientras he estado fuera de los escenarios. Hace cuatro meses que me ocurren cosas más vivas, más cotidianas, menos literarias, más canciones... ¿Y qué canciones son mis preferidas? Tengo el corazón dividido entre “Ay Rocío” y “Pájaros de Portugal”...

Por Juan Cruz
Fuente: diario "El País"
Más información: www.elpais.es

martes, octubre 11, 2005

Radio La Colifata


Radio La Colifata, un proyecto político, ético y estético

Realizada íntegramente por los internos del hospital neuropsiquiátrico José Borda, radio La colifata nace el 3 de agosto de 1991. Uno de sus fines es el de servir como terapia por medio de la palabra, con el objetivo de des-estigmatizar, en el campo de lo social, la idea de la locura.

La propuesta fue concebida por el entonces estudiante de psicología, Alfredo Olivera, quien ha llevado a cabo desde el inicio este proyecto, sin apoyo institucional, medios técnicos ni económicos, haciéndolo funcionar como una organización no gubernamental (ONG):

Detrás hay un proyecto dice Alfredo Olivera:

* Proyecto político en el sentido de orientar acciones para la transformación de las instituciones de salud mental. Nuestro compromiso es con la Desmanicomialización y no con la deshospitalización.
* Proyecto ético- terapéutico en el sentido de generar un espacio de rescate y producción de subjetividad. Condición necesaria para iniciar cualquier proceso de democratización que se asienta en la idea del reconocimiento del “ otro” como capaz de producir diferencia.
* Y proyecto estético porque se trata de un acto creativo donde, en nuestro caso , la materia prima es el dolor y de él hacemos metáfora, no negación, ni banalización, ni morbo.

A partir de su éxito la radio a servido de modelo y escuela en países tanto de América Latina como Europa.

LT 22 Radio “ La Colifata” transmite en directo desde los jardines del hospital Borda, los días sábados durante 4 horas con su antena propia, desde el 100.1 mhz FM

miércoles, octubre 05, 2005

Biela

Posted by Picasa

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